LA METAMORFOSIS DE LA
REVOLUCIÓN
Por: Toby Valderrama
Cuenta Kafka la transformación de un hombre en un
coleóptero. Un amanecer, sin que medie ninguna señal, Gregorio Samsa se
encuentra convertido en insecto. El cambio es brutal, un hombre transformado en
insecto es un retroceso inmenso en la escala zoológica, se podría hablar de
exageraciones de la literatura, abuso del escritor. Pero si revisamos la
historia real nos toparemos con abundantes regresiones similares que indicarían
que el autor se quedó corto. Veamos.
Ocurren en política y en lo individual, se trata
del frecuente cambio de héroe a villano. Lo contrario es más improbable, es tan
difícil que un insecto se transforme en humano como que un rico pase por el ojo
de una aguja, que construya Socialismo.
En política, que es lo que hoy nos ocupa, los ejemplos
de metamorfosis de héroes a villanos son asombrosos. La Unión Soviética y China
bastarían para ilustrar, pero si algo faltara allí están los partidos en todo
el mundo que se pasaron al bando que antes combatieron.
Siempre regresa la misma pregunta: ¿Cómo estos
procesos se perdieron, se transformaron en su contrario y no hubo reacción de
la masa? La respuesta está abierta. Podríamos decir que la masa sigue a sus
líderes y fueron los líderes los que dieron el viraje y arrastraron a la masa.
Quizá las primeras concesiones a las armas melladas alimentaron el camino de la
transformación asombrosa, quizá poco a poco se fue perdiendo la vergüenza,
quizá nadie se dio cuenta hasta que fue demasiado tarde. Tal vez los que se
dieron cuenta fueron aplastados con descalificaciones, seguro a los disidentes
les retiraron hasta el saludo, era peligroso tratar con ellos, a los jefes
podía caerle mal, podría hacerse sospechoso.
Un aspecto es seguro: los líderes tienen influencia
en la masa, lo que ellos digan tiene un peso social inmenso, su comportamiento
modula el comportamiento de la masa, su ejemplo impregna a amplios sectores de
la sociedad. De allí que los gobernantes tienen una alta responsabilidad en lo
que digan y en lo que hagan.
Los altos gobernantes tienen esta responsabilidad
multiplicada. Cuando uno de ellos insinúa fusilamientos está alimentando
vientos fascistas. Cuando uno de ellos habla de que el pueblo pasará por encima
de los ?divisionistas? anda en los mismos caminos. Cuando un Presidente le cae
a improperios y amenazas a la disidencia está sembrando lo que después será
tempestad terrible. Cuesta recoger el agua derramada, más fácil es difundir,
convocar al odio, que invitar al comportamiento humanista.
Alertamos: el trato de la Revolución con el
conocimiento, con el estudio, hacia los intelectuales es errado. El desprecio a
los intelectuales, a la inteligencia, es caldo de cultivo para la barbarie,
nunca para la Revolución. Cuando se persigue, cuando se denigra a los
estudiosos más que a los capitalistas, cuando el saber es un descrédito, algo
anda muy mal.
Alertamos: el trato de la dirigencia revolucionaria
con las discrepancias, con lo diferente, es errado, impregna al resto de la
masa, incita a la solución por la fuerza sin argumento, aplasta la discusión.
Es necesario corregir este rumbo, pensar un poco su
origen. ¿Será que el retorno al capitalismo trae aparejado este tipo de
conducta? ¿Será que la restauración exige perseguir con saña a los restos de
Revolución? Las consecuencias espirituales de las medidas económicas son
clarísima señal de la urgencia de rectificar.
Nosotros, por nuestra parte, continuaremos
señalando, criticando, cumpliendo con nuestro deber, que es estimular el
estudio, predicar la buena nueva socialista, contribuyendo a encontrar el
camino. Sabemos que esa conducta supone riesgos, ingratitudes, pero también el
hermoso sentimiento del deber cumplido.
¡Con Chávez decimos: Socialismo o barbarie!
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