lunes, 23 de febrero de 2015

UNA VÍA HACIA EL PODER DEL PUEBLO.

Syriza y Podemos: ¿Una vía hacia el poder del pueblo? / Éric Toussaint
La experiencia demuestra que los movimientos de izquierda pueden llegar al gobierno pero, sin embargo, no llegan a conquistar el poder. La democracia, es decir el ejercicio del poder por el pueblo y para el pueblo, requiere mucho más. Hoy, el problema se plantea en Grecia con Syriza y en un futuro se planteará en España con Podemos, si ese movimientos ganara las elecciones generales de finales de 2015. El problema también se planteó en Venezuela a partir de las elecciones generales que ganó Hugo Chávez en 1998, en Bolivia con la de Evo Morales en 2005, en Ecuador con la de Rafael Correa en diciembre de 2006, o incluso, algunas décadas antes con la elección de Salvador Allende en Chile, en 1970. |1|
La cuestión se planteará para cualquier movimiento de izquierda que llegue al gobierno en una sociedad capitalista. Cuando una coalición electoral o un partido de izquierda llega al gobierno, no obtiene el poder real porque el poder económico (que depende de la posesión y el control de los grupos financieros e industriales, de los grandes medios de comunicación privados, del gran comercio, etc.) permanece en manos de la clase capitalista, es decir del 1 % más rico, que incluso, con frecuencia, es menos que el 1 % de la población. Además, esa clase capitalista controla el Estado, el poder judicial, los ministerios de Economía y Finanzas, el banco central… En Grecia y en España como en Ecuador, Bolivia, Venezuela o Chile, |2| un gobierne determinado a ejercer cambios estructurales reales, deberá entrar en conflicto con el poder económico para debilitar y luego acabar con el control de la clase capitalista sobre los grandes medios de producción, de servicios, de comunicación y sobre el aparato del Estado.
Tratemos de hacer una comparación histórica. En 1789, gracias a la Revolución Francesa, la burguesía tomó el poder político en Francia, pero ella ya tenía el poder económico. Antes de conquistar el poder político, los capitalistas franceses eran los acreedores del rey de Francia y los propietarios de las principales fuentes del poder económico (la banca, el comercio, las manufacturas y una parte de las tierras). Después de la conquista del poder político, expulsaron del Estado a los representantes de las antiguas clases dominantes (nobleza y clero), las sometieron o se fusionaron con ellas. El Estado se convirtió en una máquina bien aceitada al servicio de la acumulación de capital y de sus beneficios.
A diferencia de la clase capitalista el pueblo no tiene capacidad para tomar el poder económico si, previamente, no accede al gobierno. Que el pueblo repita la progresiva ascensión hacia el poder que realizaron los burgueses en el marco de la sociedad feudal o de la pequeña producción mercantil es imposible. El pueblo no acumula riquezas materiales a gran escala, no dirige empresas industriales, bancos, el gran comercio y otros servicios. Es a partir del poder político (o sea, del gobierno) que el pueblo puede emprender la transformación de la estructura económica y comenzar la construcción de un nuevo tipo de Estado basado en la autogestión. Al dirigir un gobierno, la izquierda tiene acceso a las fuentes institucionales, políticas y financieras con el fin de iniciar profundos cambios a favor de la mayoría de la población. La autoorganización del pueblo, su auto actividad en la esfera pública y en los lugares de trabajo son condición sine qua non para el conjunto del proceso.
Porque para realizar cambios estructurales reales, es fundamental poner en marcha una relación interactiva entre el gobierno de izquierda y el pueblo. Este último debe reforzar su nivel de autoorganización y construir desde la base estructuras de control y de poder popular. Esa relación interactiva, dialéctica, puede volverse conflictiva si el gobierno duda en tomar las medidas que reclama la «base». El apoyo del pueblo a los cambios prometidos y la presión que pueda ejercer son vitales para convencer a un gobierno de izquierda de profundizar el proceso de cambios estructurales que implican una redistribución de la riqueza a favor de aquellas y aquellos que la producen. Es también vital para asegurar la defensa de un gobierno de ese tipo frente a los acreedores, a los valedores del antiguo régimen, a los propietarios de los grandes medios de producción, a los gobiernos extranjeros. Para realizar los cambios estructurales, primero se debe acabar con la propiedad capitalista en los sectores clave de la economía como las finanzas y la energía, transfiriéndolas hacia el sector público (servicios públicos bajo control ciudadano) así como apoyando o reforzando otras formas de propiedad con función social: la pequeña propiedad privada (especialmente en agricultura, en la pequeña industria, el comercio y los servicios), la propiedad cooperativa y la propiedad colectiva basada en la libre asociación. |3|
En dos de los tres países sudamericanos ya mencionados (en Venezuela entre 2002 y 2003 |4| y en Bolivia entre 2006 y 2008, |5| el gobierno estuvo en conflicto abierto con la clase capitalista, |6| empero los cambios estructurales decisivos en el plano económico todavía no han sido realizados. Esas sociedades siguen siendo claramente capitalistas. |7| Evidentemente, ha habido avances reales a favor del pueblo como la adopción en los tres países de nuevas constituciones después de unos procesos constituyentes profundamente democráticos (elección por sufragio universal de una asamblea constituyente; elaboración de una nueva constitución adoptada por la asamblea constituyente luego de un amplio debate nacional; referéndum de aprobación de la nueva constitución); una amplia recuperación por el control público de los recursos naturales; |8| un aumento de la recaudación impositiva sobre los más ricos (especialmente en el caso de Ecuador) y sobre las grandes sociedades privadas nacionales o extranjeras; una mejora significativa de los servicios públicos o de las misiones de los servicios públicos; una reducción de las desigualdades sociales; un refuerzo de los derechos de los pueblos originarios; la recuperación de la dignidad nacional frente a las grandes potencias, en particular frente a Estados Unidos.
No podremos comprender la política de esos países si no tenemos en cuenta las importantísimas movilizaciones populares que jalonan su historia. En Ecuador, cuatro presidentes de derecha debieron huir, dejando el poder, entre 1997 y 2005 gracias a las movilizaciones de la población. En Bolivia, hubo importantes batallas contra la privatización del agua en abril del año 2000 y a fines de 2004. Las movilizaciones en torno a la privatización del gas en octubre de 2003 hicieron caer y huir (a Estados Unidos) al presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. En Venezuela hubo desde 1983 importantes movilizaciones que inauguraron las grandes luchas sociales contra el Fondo Monetario Internacional, que sacudieron al planeta en los años 1990 y comienzos de los años 2000. Hubo también hechos más espectaculares como las enormes movilizaciones populares del 12 de abril de 2002, manifestaciones espontáneas para repudiar el golpe de Estado en contra de Hugo Chávez, Esas movilizaciones tuvieron como efecto el retorno de Hugo Chávez al palacio presidencial de Miraflores, desde el 13 de abril de 2002.
Mientras que los cambios políticos democráticos en esos tres países se silencian sistemáticamente en la prensa de los países más industrializados, una campaña de denigración, también sistemática, es orquestada con el fin de presentar a esos jefes de Estado como dirigentes populistas autoritarios.
Las experiencias de esos tres países andinos, en términos de adopción de nuevas constituciones, son muy ricas. Deberían inspirar a los pueblos y a las fuerzas políticas de otros países. Es suficiente comparar la situación de Europa con la ausencia de un procedimiento democrático en la adopción del Tratado constitucional en 2005 o del TSCG en 2014. Por supuesto, las experiencias de Venezuela, Bolivia y Ecuador presentan contradicciones e importantes límites que hay que analizar. |9|
Las grandes movilizaciones populares son un factor decisivo en la existencia y supervivencia de los gobiernos de izquierda. Podríamos, por supuesto, hablar también de las grandes movilizaciones populares de 1936 en Francia que condujeron a León Blum —que se hubiera contentado con «gestionar honestamente» la casa de la burguesía— a poner en marcha verdaderas medidas de izquierda, sin olvidar las movilizaciones en España en el mismo período, o las que, en una gran parte de Europa, siguieron a la segunda guerra mundial.
Volvemos con Syriza y Podemos
Si los gobiernos, dirigidos actualmente por Syriza, y mañana por Podemos, quieren realmente romper con las políticas de austeridad y de privatizaciones que se desarrollan actualmente en toda Europa, entrarán inmediatamente en conflicto con las potentes fuerzas conservadoras tanto en el nivel nacional como en el europeo. Y esto por el solo hecho de afirmar que su gobierno desea aplicar las medidas que demanda la población, que rechaza masivamente la austeridad. Syriza ahora, Podemos mañana, encuentra una dura oposición en las instancias europeas, en la mayoría de los gobiernos en la Unión Europea, así como en los dirigentes y los grandes accionistas de las principales empresas privadas, sin olvidar el FMI.
Incluso auto limitando su programa de cambio, Syriza seguirá aguantando una fuerte oposición, ya que, enfrente, las clases altas y las instancias europeas (íntimamente ligadas y solidarias) quieren llevar más lejos aún el mayor ataque concertado, en el ámbito europeo, contra los derechos económicos y sociales de los pueblos, sin olvidar la voluntad de limitar fuertemente el ejercicio de los derechos democráticos. |10|
Es ilusorio pensar que se puede convencer a las autoridades europeas y a la patronal de las grandes empresas (principalmente financieras e industriales) de abandonar el curso neoliberal reforzado desde 2010. Señalemos que François Hollande y Matteo Renzi, que tímidamente proponen aflojar el cinturón de la austeridad, buscan al mismo tiempo aplicar el modelo alemán en sus respectivos países: una precarización más avanzada de los derechos de negociación colectiva y de la protección de las conquistas de los trabajadores. |11| Esos no son los aliados de Syriza ahora ni de Podemos mañana.
También se debe considerar otro elemento, cuando se compara la situación del gobierno de izquierda de Grecia actual (u otro mañana) a la que encontraron Hugo Chávez (a partir de 2000), Evo Morales o Rafael Correa. A partir de 2004, el importante aumento de los precios de las materias primas (petróleo, gas, minerales…) que esos países exportaban permitió aumentar fuertemente la recaudación fiscal, que se utilizó para poner en marcha vastos programas sociales y grandes proyectos de inversiones públicas. Los gobiernos de esos tres países andinos aplicaron un proyecto que podríamos llamar neokeynesiano desarrollista: |12| fuerte inversión pública, aumento del consumo popular, aumento de los salarios bajos, nacionalizaciones (en el caso de Venezuela y de Bolivia) compensadas por generosas indemnizaciones a los propietarios nacionales o a las sedes extranjeras.
La parte más pobre del pueblo tuvo una mejora considerable de sus condiciones de vida, la infraestructura de esos países también mejoró y los beneficios de los capitalistas locales no se vieron afectados (en el sector financiero, los beneficios privados incluso aumentaron). Evidentemente, un gobierno de izquierda en un país periférico de la Unión Europea no podrá disponer del mismo margen de maniobra que los gobiernos de esos tres países andinos. Los países europeos de la Periferia se hallan aplastados por el peso de una deuda insostenible. Las autoridades europeas piensan ejercer toda la presión de la que son capaces, como lo muestra la reacción del Banco Central Europeo frente a Grecia a comienzos de febrero de 2015.
La conclusión que se impone es que no habrá un camino fácil para poner en marcha un programa económico y social que rompa con la austeridad y las privatizaciones. Los gobiernos de izquierda deberán desobedecer a los acreedores, a las autoridades europeas y al FMI (unos y otros se confunden ampliamente) para ser fieles a sus promesas electorales. Tienen una legitimidad y un apoyo muy considerable, tanto en su país como en el ámbito internacional, evidenciando en qué grado la austeridad y las políticas europeas son rechazadas. El rechazo a pagar una parte sustancial de la deuda constituirá un elemento clave en la estrategia del gobierno, |13| así como la decisión de no continuar con las privatizaciones y restablecer plenamente los derechos sociales que fueron afectados por las políticas de austeridad. Esa combinación es vital, puesto que de parte de los acreedores ya escuchamos elevar voces que proponen reducir el peso de la deuda de Grecia a cambio de la continuación de la política de reformas (o sea, de contrarreformas, de privatizaciones, precarización de los contratos de trabajo, de los derechos sociales, etc.).
Vemos difícil cómo un gobierno de izquierda puede evitar la socialización del sector bancario (es decir, la expropiación de las acciones privadas y transformar los bancos en un servicio público bajo control ciudadano), tomar medidas estrictas de control de movimientos de capitales, recaudar un impuesto sobre el patrimonio del 1 % más rico, rechazar los préstamos de la Troika condicionados por la prosecución de la austeridad y de las privatizaciones, rechazar el pago de una deuda ampliamente ilegítima, ilegal, insostenible desde el punto de vista del ejercicio de los derechos humanos, incluso odiosa. Uno de los numerosos instrumentos de los que dispone un gobierno de izquierda para favorecer la participación y el apoyo popular, reforzando al mismo tiempo su posición frente a los acreedores, es la auditoría de la deuda con una participación ciudadana activa, con el fin de identificar la parte de la deuda que no se debería pagar y que sería necesario repudiar. A partir de eso, todo se volvería finalmente posible.
Traducción: Griselda Piñero
Notas
|1| Para la experiencia chilena consúltese: Frank Gaudichaud, Chili 1970-1973: Mille jours qui ébranlèrent le monde, Presses universitaires de Rennes, 2013.
|2| Cuba tuvo un proceso diferente al de Venezuela, Ecuador, Bolivia o Chile, ya que la izquierda accedió al gobierno como consecuencia de haber ganado una lucha armada de varios años apoyada, en su fase final, por un enorme levantamiento popular (fines de 1958, primeros días de 1959). Véase entre otros: Fernando Martínez entrevistado por Éric Toussaint, «Du XIXe au XXIe siècle: une mise en perspective historique de la Révolution cubaine», publicada el 24 de diciembre de2014,http://www.europe-solidaire.org/spi...
|3| En los tres países andinos citados, y principalmente en Ecuador y Bolivia, es también fundamental sostener las formas de propiedad tradicional de los pueblos originarios (que mantienen, generalmente, un alto grado de propiedad colectiva).
|4| En Venezuela, las batallas más agresivas libradas por la derecha comenzaron al cabo de los tres primeros años del gobierno de Hugo Chávez, o sea, a comienzos de 2002. Se transformaron en enfrentamientos mayores como el golpe de Estado de abril de 2002, la huelga general de diciembre de 2002-enero de 2003, la ocupación de la plaza Altamira en Caracas por generales sediciosos y dirigentes de la oposición política. Comenzó el descenso de su intensidad después de agosto de 2004, gracias a la victoria del no en el referéndum revocatorio del presidente Chávez. Desde entonces, la derecha busca ocasiones para retomar la iniciativa, pero su capacidad de movilización se redujo considerablemente. Desde 2013, un sector importante de la clase capitalista participa activamente en la desestabilización del gobierno mediante la creación de una situación de penuria de muchos productos de primera necesidad, como los medicamentos, y el mercado paralelo de divisas (en el mercado negro, el dólar se cambia a casi 10 veces su valor oficial)
|5| En Bolivia, la derecha libró verdaderas batallas en 2007 y 2008 después de menos de dos años del gobierno de Morales. Utilizó la violencia varias veces y eligió una estrategia de batallas frontales en 2008. La victoria de Evo Morales en el referéndum revocatorio de agosto de 2008 con el 67,43 % de los votos no produjo una reducción de la violencia de la derecha. Por el contrario, esa violencia fue creciendo durante varias semanas después de su fracaso en el referéndum, especialmente porque se sentía capaz de reunir una mayoría en varias provincias clave del este del país. Una fuerte reacción del gobierno y la movilización popular frente a la masacre de partidarios de Evo Morales en la provincia de Pando (junto a eso, se produjo la condena internacional, en particular, de la UNASUR, que se reunió de manera extraordinaria en septiembre de 2008 para dar su apoyo al gobierno de Evo Morales), lograron provocar un armisticio (provisorio). Después de un año de boicot, la derecha se comprometió a aceptar la organización del referéndum sobre la nueva constitución. Eso terminó con una nueva victoria de Evo Morales a fines de enero de 2009: la nueva constitución fue aprobada por el 62 % de los votantes. En octubre de 2014, Evo Morales fue reelegido con el 61 % de los votos.
|6| En Ecuador no hubo un período de choque entre el gobierno y la clase capitalista en su conjunto, aunque hubo tensiones considerables en 2008, especialmente en Guayaquil, el principal puerto del país.
|7| Analicé el procesos que se estaba desarrollando en esos tres países en el estudio: «Venezuela, Équateur et Bolivie: la roue de l’histoire en marche», publicado el 2 noviembre de 2009,http://cadtm.org/Venezuela-Equateur.... La versión impresa apareció en la revista Inprecor en 2009. Véase también: Éric Toussaint, El Banco del Sur y la nueva crisis internacional, El Viejo Topo, Mataró (Barcelona), 2008, que contiene un análisis de la evolución de Venezuela, Bolivia y Ecuador hasta comienzos de 2008. Véase también la obra colectiva titulada Le Volcan latino-américain. Gauches, mouvements sociaux et néolibéralisme en Amérique latine, publicado bajo la dirección de Frank Gaudichaud por Textuel en París, en abril de 2008.
|8| Bolivia nacionalizó el petróleo y la producción de gas en 2006, Evo Morales envió al ejército para controlar los campos petroleros, pero las multinacionales continúan activas ya que son las responsables de la extracción del petróleo y del gas, aunque el Estado es el propietario de los yacimientos.
|9| Véase la posición del CADTM respecto a la relación del gobierno ecuatoriano con la CONAIE y otros movimientos sociales del país: http://cadtm.org/Carta-a-Rafel-Corr..., publicada el 19 de diciembre de 2014. Desde fines de 2014, el gobierno ecuatoriano dio marcha atrás y la CONAIE no ha sido expulsada de su sede.
|10| Véase: http://cadtm.org/La-Union-Europea-c..., publicado el 19 de diciembre de 2014.
|11| Véase http://cadtm.org/El-modelo-aleman-e..., publicado el 9 de enero de 2015
|12| El adjetivo «desarrollista» se refiere a las políticas que se realizaron en el período 1940-1970 en una serie de países latinoamÉricanos. Esas políticas consistían en que el Estado aportase un importante apoyo al desarrollo económico, pero bajo su guía. Véase la definición dada por el economista argentino Claudio Katz, en castellano: http://katz.lahaine.org/?p=232
|13| Los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador podían continuar con el pago de la deuda al mismo tiempo que desarrollaban políticas anti austeridad porque el peso de la deuda era sostenible desde el punto de vista presupuestario. Ecuador, que suspendió unilateralmente el pago de una parte de su deuda después de haber realizado la auditoría de esta, consiguió derrotar a sus acreedores aunque, desde el punto de vista financiero, podría haber continuado pagando la deuda en su totalidad. El interés en rechazar el pago de deudas ilegítimas, en ahorrar en la recaudación fiscal destinada al pago de la deuda, y en cambio utilizar ese dinero en beneficio del pueblo, fue lo que llevó al gobierno ecuatoriano a tomar la decisión legítima de negarse a pagar una parte de su deuda. Venezuela, que siguió otra política está en la actualidad confrontada a graves problemas de refinanciación de su deuda.

Doctor en ciencias políticas por la universidad de Lieja y París VIII, historiador de formación, Éric Toussaint es portavoz del CDTM Internacional. Lucha desde hace muchos años por la anulación de la deuda de los países del Sur y de las deudas públicas ilegítimas en el Norte. Fue miembro de la Comisión de Auditoría Integral de la deuda de Ecuador (CAIC) puesta en marcha en 2007 por el presidente Rafael Correa. Ese mismo año fue también consejero del ministro de Finanzas y del presidente de Ecuador en lo que concernía la creación del Banco del Sur. En 2008, fue consejero del ministro de Desarrollo Económico y de Planificación de la República Bolivariana de Venezuela.

lunes, 2 de febrero de 2015

La denuncia sobre la “Falsificación del Plan de la Patria” requiere ser profundizada o…



Por: Javier Biardeau |
LA DENUNCIA SOBRE LA “FALSIFICACIÓN DEL PLAN DE LA PATRIA”
REQUIERE SER PROFUNDIZADA O…
¿EN LA NOCHE TODOS LOS GATOS SON PARDOS?

“Nosotros debemos garantizar la marcha de la Revolución Bolivariana, la marcha victoriosa de esta revolución, construyendo la democracia nueva que aquí esta ordenada (Constitución Nacional) por el pueblo en constituyente, construyendo la vía venezolana al socialismo, con amplia participación, en amplias libertades, que se están demostrando una vez más en esta campaña electoral para gobernadores, con candidaturas por aquí, candidaturas para allá, libertades, en plenas libertades...”
(Discurso del 8 de diciembre de 2012)
“Ahora bien, en el “plan de la patria” que se presenta a la Asamblea se cuelan unas falsificaciones que manipulan el pensamiento de Chávez, lo tuercen hacia el capitalismo y convierten al Plan de la Patria en una franca restauración. No es lugar aquí para agotar el tema, ya en programas de radio con formatos más apropiados se abundará en las falsificaciones.” ([1])
“Queda develado que dentro de la Revolución existe una feroz lucha interna, y está claro que la derecha actúa sin ningún tipo de escrúpulo, su objetivo es yugular la esperanza socialista y ese objetivo justifica cualquier patraña”. ([2])
“Aceptado ya que el "Plan de la Patria" fue modificado, que el que salió de la Asamblea no es el original de Chávez, que fue reformado, ahora pasemos a otro punto. Obviemos quiénes lo hicieron, centrémonos en por qué lo hicieron, qué camino pensaban abrir con la modificación y, sobre todo, hacia dónde nos conducen las modificaciones.” ([3])
Ante la polvareda desatada por la presunta “falsificación del Programa de Gobierno de Chávez”, y la publicación en Gaceta Oficial del Plan de la Nación del Gobierno de Maduro no caben posiciones ambiguas. No es posible desviar la atención sobre los sujetos responsables de semejante acción de “falsificación” si ese fuera el caso. No es posible pasar a otro punto, barrer debajo de la alfombra el polvo, evadir el punto, hacerse los locos y pasar a aquella noche donde todos los gatos son pardos.
Si una presunta “derecha interna” pretende yugular la esperanza socialista, hay que desenmascararla sin medias tintas. ¿Qué significa no hacerlo? Si se trata de una patraña, de una alteración que conlleva una mentira, hay que denunciarlo con pelos y señales, no mirar para el techo y decir: pasemos a otro punto. ¿Es eso responsabilidad política?
El silenció en este punto devela o que la denuncia carece de fundamentos, o que los denunciantes no tienen coherencia entre lo que dicen y lo que hacen. Esperamos que desenmascaren a la “derecha interna”, como prometieron hacerlo, “con formatos más apropiados se abundará en las falsificaciones”. Esperamos que no se vayan por las ramas, que se diluya la expectativa, que al desnudar al Rey, salgan rápido a colocarle un nuevo ropaje de bruma.
El contraste entre el Programa de Gobierno de Chávez: Independencia y Patria Socialista, por una parte, y el Plan de Gobierno del Presidente Maduro es tarea urgente y necesaria de las bases sociales, simpatizantes, activistas y militantes de la Revolución Bolivariana. Allí se juega el criterio ético-político para determinar la continuidad o no del legado revolucionario de Chávez en el Gobierno de Maduro, en las palabras, las acciones y sus resultados.
La situación de la presunta “falsificación” ha generado un interesante aporte quizás no intencionado, porque obliga a leer, a estudiar, a analizar, a comparar, a sintetizar lecturas e interpretaciones, lo cual es parte de una necesario aprendizaje ideológico de las clases trabajadoras, populares y subalternas del país. Sobretodo obliga a afinar los sentidos, percepciones, nociones y conceptos sobre el trabajo intelectual y teórico realizado por Chávez, en función de plantear una clara opción anticapitalista y socialista para Venezuela y el mundo, en tanto curso necesario de la revolución bolivariana.
Si optar por un socialismo revolucionario y democrático (donde la conjunción “y” es esencial), dado el carácter anti-capitalista y anti-imperialista, esto implica despejar el ser calificado de “ultraizquierdista”, pues el modo como fue macerando su pensamiento y acción hacen de Chávez no un “populista de gatopardo”, un “progresista rosa” o un “socialdemócrata reformista” (como podría haber sido si los aliados en el ALBA hubiesen sido quizás el Gobierno de la concertación de Bachelet en Chile o el desvanecimiento socialdemócrata o liberal-reformista de Lula en Brasil), sino que apuntó hacia la Revolución Socialista en las condiciones objetivas y subjetivas del siglo XXI; es decir, fue acusado de “ultraizquierdista” y “anacrónico”, tanto por reformistas de centro-izquierda, como por la derecha nacional e internacional.
En consecuencia, Chávez no fue un moderado y pragmático dialogador, fue un polémico contendor político, un polarizador que identificó los antagonismos ante determinadas situaciones, así como hacia determinados adversarios y enemigos. Si, “enemigos” internacionales y nacionales en tanto que los conforman y recorren un conjunto de ejes de antagonismos histórico-estructurales: explotación, coerción política, hegemonía ideológica, discriminación social, racismo, exclusión social, negación cultural y destructividad ambiental. Allí se juega el carácter revolucionario del legado de Chávez, en el enfrentamiento de estos ejes de antagonismos:
“Es por eso que a la tesis reaccionaria de Imperio y de la burguesía apátrida contra la Patria, nosotros y nosotras le oponemos la tesis combativa, creativa y liberadora de la Independencia y el socialismo como proyecto abierto y dialéctica construcción: la Independencia no ha terminado y la forjamos en nuestra lucha diaria y permanente. Nos toca realizar plenamente el sueño libertario que nunca ha dejado de palpitar en la Patria y que hoy está latiendo de manera incesante. Así lo creo desde la fe combativa y la razón amorosa que me alienta: la herencia heroica nos obliga y tal exigencia es bandera y compromiso para nosotros y nosotras. Desde el tiempo que nos ha tocado vivir es preciso honrar los retos; tantos sacrificios no pueden ser en vano, hacerlos carne y sangre de la vida nueva tiene que seguir siendo el horizonte que nos llama y desafía.” (Chávez: Programa de Gobierno Independencia y Patria Socialista) ([4])
De manera que convertir a Chávez en un edulcorado reformista, promotor del diálogo entre las cúpulas de poder, eso sí es una profunda adulteración. Y entre múltiples ejemplos que pueden argumentarse para plantear esta tesis está aquel que señala aquellas reflexiones de Chávez, extraídas de sus lecturas de Meszaros sobre la “línea de menor resistencia”. En el Aló Presidente N° 331 del año 2009 ([5]), Chávez señala un hecho fundamental:
“Ahora, el hecho cultural... Este libro yo lo recomiendo mucho, Itzvan Meszaros, yo creo que no hay libro hoy, no conozco otro, que recoja tanta cosa útil para el momento que estamos viviendo.  Creo que es una obra extraordinaria, ¿no? Como muchas otras. Ahora, Más allá del Capital, hacia una teoría de la transición...publicado hace ya más de una década pero con una gran vigencia. ¡Diez años no es nada!, más bien, en estos diez años se ha venido moviendo el Mundo,  que aquí se recoge, ¿no? La Crisis  Global, de lo que llama Meszaros, el Sistema metabólico... o de control metabólico social, bueno, de las sociedades, de los Sistemas.
Por aquí dice, precisamente, Meszaros, en este capítulo, muy importante en lo que es la definición estratégica,  para ese reto que nos dejó Carlos Marx... ¡Se trata de transformar el Mundo! La línea de menor resistencia en la alternativa socialista. Dice Meszaros, que uno de los errores de mucho movimiento  transformadores,  ha sido tomar la “línea de menor resistencia”.
Yo siempre les comento a los compañeros, y al pueblo venezolano: - Cuando nosotros sintamos, sobre todo en estos años, y en este tiempo, que no hay resistencia a nuestro impulso, a nuestro empuje, revisemos a ver qué pasa. ¡Cuidado! Porque pudiéramos estar errando el camino, ¿eh? – Cuando sintamos mucha resistencia, ¡por ahí es! Cuando la corriente contraria sea muy fuerte, ¡Por ahí es!  Así lo creo.
En estos momentos, nosotros estamos aquí en Venezuela, viviendo uno de esos momentos en los cuales la resistencia a los poderes que aquí se establecieron, en casi todo el Mundo, en forma hegemónica del gran capital  Internacional, la burguesía criolla, la resistencia crece. 
¡Vamos bien!, vamos bien, aun cuando siempre hay que tener sentido autocrítico, pero... Resumo esto tratando de aportar, y para ese desafío, de cómo transformar el Mundo. ¿Por dónde ir, por donde ir abriendo, caminos, no?
Dice Meszaros, ¿eh? por ejemplo, esto: "El requerimiento  de una superación radical, tiene implicaciones de largo alcance, no sólo para todas las dimensiones productivas, y distributivas de orden material, y Cultural,  de la división del trabajo, división social del trabajo, jerárquica, establecida hace largo tiempo, sino también para la totalizadora estructura de mando,  heredada del capital, que después de la Revolución encarna el Estado post-capitalista, incluso."
En tal sentido, dice, “(…) ir más allá del capital, significa, sustituir el modo de control del capital, como sistema orgánico, una tarea sólo factible, como empresa global".
Y entonces señala, tres constituyentes del sistema orgánico del capital... Uno, el capital.  Dos, el trabajo. Y tres, el Estado. Pero en todo ello uno nota que hay ese contenido. La cultura, el contenido cultural, lo que se arraigó. Lo que Fidel llama, siempre me dice: ¡Chávez! Cuidado, con los reflejos condicionados. Martí sigue diciéndonos: el reto de la Independencia  no es el cambio de forma, sino el cambio de espíritu! ¿Cómo cambiar el espíritu? La Cultura. Es un hecho cultural. ¡Si no lo logramos, todo se perdería!
La Unión Soviética. Lo que fue la Unión Soviética está allí, como un ejemplo. El cual hay que mirar. ¡La Revolución Francesa! Víctor Hugo en Los Miserables. Lo dice en el diálogo aquel, que a mí me impresionó tanto, y se me grabó...desde que lo leí, por primera vez, hace años... Entre aquel viejo Obispo, conservador, pero buen hombre... Y aquel anciano revolucionario, de la Convención. Convencional. Que moría, y el Obispo va, se atrevió a ir...Porque al Obispo le decían que no, que allá en el bosque vive un anciano, pero ¡cuidado! es el diablo... Hasta que viene un joven a decirle: Se muere! Y el Obispo rompió el miedo, y fue. Y aquellos dos hombres en esgrima, en una esgrima de ideas, inventada por Víctor Hugo. Fue un combate, como de dos esgrimistas. ¡Lo venció el moribundo! ¡El Obispo salió derrotado! Cuando le dice el Convencional: - ¡Creíamos haber cambiado el Mundo. Pero no cambiamos las costumbres! ¡No cambiamos nada!-.” 
¿Se han comprendido acaso estas expresiones de Chávez, el hecho del necesario cambio cultural, el cambio de las costumbres, para comprender que una revolución no logra una concertación ni reconciliación con la “línea de la menor resistencia”, ni con una definición de la política como “diálogo de cúpulas”, o con aquella manoseada definición del “arte de lo posible” ([6])?
Podemos empezar a indagar acerca de esta permanencia de la frase examinando el comentario hecho por Bismarck: la política es “el arte de lo posible”, frase que da a entender que uno debe optar por un curso de acción que busque lograr aquello que en efecto es viable, que en política los intereses predominan sobre los principios. Allí se pueden colar todo tipo de gatopardos en nombre del realismo de las circunstancias.
De manera que ese arte de lo posible se le opone desde entonces aquella frase atribuida no a un revolucionario, sino quizás a un agudo observador de los hechos políticos: “Solo en la lucha por lo imposible, lo posible se hace realidad” (Max Weber)
En el considerar posible o imposible el socialismo se juega la revolución bolivariana. De manera que el debate sobre la presunta “falsificación” del Programa de Gobierno de Chávez no es un asunto intrascendente.
Conviene referirse a los términos empleados, pues no es exactamente lo mismo una reforma, supresión, añadido o mejora de alguno de los contenidos, frases y sus formas, que una “falsificación”; es decir, una adulteración del Programa de Gobierno de Chávez implica una distorsión, supresión u añadido de contenidos para torcer su intención original, con base a otros intereses y objetivos políticos.
Es de Perogrullo que una “falsificación” de un documento implica una alteración con efectos relevantes de un determinado texto. Este hecho es posible determinarlo exhaustivamente con métodos rigurosos de análisis de textos. Hasta ahora, lo que existen son algunos indicios, pero se ha saltado olímpicamente a la conclusión de una tesis comprobada de modo concluyente, cuyo respaldo sigue sin profundizar en la alteraciones que afecten a las trayectorias de interpretación de los objetivos medulares de la propuesta de Chávez. Ciertamente, el diablo se esconde en los detalles, pero estos detalles deben ser hilados con rigor hasta conformar la tan mentada “falsificación”. Si fuese así, todo quedaría en un Bluff.
Si de indicios se trata, habría que incluir aquella modificación por simplificación del ahora título del llamado “Programa de la Patria”, pues esta ocurrió tempranamente, casi imperceptiblemente, a los ojos y oídos de los partidarios de Hugo Chávez. La expresión originaria más ajustada fue la de Programa de Gobierno “Independencia y Patria Socialista”, tal como lo planteó el mismo Chávez en su presentación definiendo con claridad su horizonte temporal de ejecución: “Este Programa de Gobierno para el período 2013-2019, responde a la consecución de dichos supremos objetivos: ¡¡¡ Independencia y Patria Socialista!!!!”
De manera que cuando Maduro señala en su discurso del 15 de enero en la Asamblea Nacional:
“Hay que resaltar que en diciembre del 2013 fue aprobado por esta asamblea nacional el Plan de la Patria, segundo Plan Socialista de la Nación, y ya es Ley de la República. En realidad y en verdad, es la carta de navegación que trazó nuestro comandante Hugo Chávez para los próximos seis años, y para muchos años más. He dicho, muchos años más! aclaro, porque a los cinco grandes objetivos históricos contenidos en el Plan, no podemos fijarles límites temporales para su plena realización. Seis años son del todo insuficientes, para cumplirlos a cabalidad. En seis años sí que podemos avanzar por el camino que nos abren estos cinco grandes objetivos históricos que Chávez trazara con mano maestra. Es el camino hacia la patria real y verdaderamente libre, real y verdaderamente soberana, real y verdaderamente independiente.” ([7])
Ahora bien, la carta de navegación es muy clara con relación a la dirección, contenido y alcance del Programa de Gobierno si el Presidente fuera Hugo Chávez:
“Éste es un programa de transición al socialismo y de radicalización de la democracia participativa y protagónica. Partimos del principio de que acelerar la transición pasa necesariamente por, valga la redundancia, acelerar el proceso de restitución del poder al pueblo. El vivo, efectivo y pleno ejercicio del poder popular protagónico es insustituible condición de posibilidad para el socialismo bolivariano del siglo XXI. Por eso mismo, es la base fundamental y el vértice principal del Proyecto Nacional Simón Bolívar. Primer Plan Socialista de Desarrollo Económico y Social de la Nación 2007–2013: nuestra carta de navegación en este ciclo que está culminando, enfatiza rotundamente su papel estratégico. Papel estratégico que en el próximo ciclo debe acentuarse todavía más.” ([8])
“Este es un programa que busca traspasar “la barrera del no retorno”. Para explicarlo con Antonio Gramsci, lo viejo debe terminar de morir definitivamente, para que el nacimiento de lo nuevo se manifieste en toda su plenitud. La coherencia de este Programa de Gobierno responde a una línea de fuerza del todo decisiva: nosotros estamos obligados a traspasar la barrera del no retorno, a hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo. Ciertamente es difícil precisar cuándo despuntará tan grandioso horizonte, pero debemos desplegar esfuerzos sensibles y bien dirigidos, para decirlo con Bolívar, en función de su advenimiento.”
¿Dijo usted hacer irreversible el tránsito hacia el socialismo? ¿Acaso esto implica el arte de lo posible, la línea de la menor resistencia, el diálogo de cúpulas? Efectivamente no. Y si alguna duda queda en el terreno de los planteamientos económico-sociales, Chávez planteó lo siguiente:
“En cuanto al segundo gran objetivo histórico (Continuar construyendo el socialismo bolivariano del siglo XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y salvaje del capitalismo y con ello asegurar la “mayor suma de seguridad social, mayor suma de estabilidad política y la mayor suma de felicidad” para nuestro pueblo.), se prefigura en las formas de construcción del socialismo nuestro para alcanzar la suprema felicidad social del pueblo, esto pasa, en primer lugar, por acelerar el cambio del sistema económico, trascendiendo el modelo rentista petrolero capitalista al modelo económico productivo socialista, dando paso a una sociedad más igualitaria y justa, rumbo al socialismo, sustentado en el rol del Estado Social y Democrático, de Derecho y de Justicia, con el fin de seguir avanzando en la plena satisfacción de las necesidades básicas para la vida de nuestro pueblo: la alimentación, el agua, la electricidad, la vivienda y el hábitat, el transporte público la salud, la educación, la seguridad pública, el acceso a la cultura, la comunicación libre, la ciencia y la tecnología, el deporte, la sana recreación y al trabajo digno, liberado y liberador.”
Considero entonces que la modificación (que se trata de imputar actualmente como “falsificación”) del ahora llamado “Programa de la Patria” ocurrió tempranamente, casi imperceptible, a los ojos y oídos de los partidarios de Hugo Chávez (desde mi punto de vista, la expresión más ajustada es la de Programa de Gobierno “Independencia y Patria Socialista”), tal como lo planteó el mismo Chávez en su presentación definiendo con claridad su horizonte temporal de ejecución: “Este Programa de Gobierno para el período 2013-2019, responde a la consecución de dichos supremos objetivos: ¡¡¡ Independencia y Patria Socialista!!!!”.
De manera, que insisto en que el primer cambio significativo que se ha ido naturalizando es la simplificación de la denominación de “Programa de la Patria”, cuando allí se definen dos objetivos ¡Independencia y Patria socialista! Hay que precisar con rigor los cambios que en el discurso se vienen dando (consciente o inconscientemente, explícita o tácitamente, voluntaria o involuntariamente) para comprender y explicar si los mismos afectan la médula teórico-ideológica (sus estructuras temáticas, sus núcleos semánticos, su semiótica política y social) de los planteamientos iniciales de Chávez antes de su lamentable partida física aquel marzo del año 2013.
De manera que sigue vigentes un conjunto de inquietudes planteadas por Chávez en el “Programa de Gobierno: Independencia y Patria Socialista”, en el llamado “Golpe de Timón” y en su discurso del 8 diciembre de 2012:
·         ¿Por qué plantea un Nuevo Socialismo para el siglo XXI?,
·         ¿Por qué plantea la hegemonía democrática y la democracia socialista?,
·         ¿Por qué habla del fracaso de la URSS?,
·         ¿Por qué justifica la existencia de un período de transición al Socialismo, enfatizando su vía venezolana, su carácter progresivo, con su dirección clara y firme?,
·         ¿Por qué habla de convencer en vez de imponer?,
·         ¿Por qué habla de traspasar la barrera del no retorno, de hacer irreversible el socialismo?
·         ¿Cuál es la importancia del cambio cultural en el nuevo ciclo de transición?,
·         ¿Qué significado tiene para Chávez el “poder popular” y la “democracia socialista del siglo XXI”?
Hay que precisar con rigor las “falsificaciones de los planteamientos de Chávez”, ya que su forma de abordar el análisis de clases y sectores sociales en Venezuela, su apreciación de la dinámica geopolítica internacional, de enlazar a este análisis una intervención política en la correlación de fuerzas (internas y externas), su modo de abordar la acumulación de fuerzas y el avance revolucionario, de imaginar y trazar el cuadro de alianzas y conflictos (no antagónicos y antagónicos), su manera de relacionar gran política, estrategia, tácticas y maniobras constituye una poderosa herramienta para comprender el lugar del Plan de la Nación como carta de navegación.
Y si de “ultra-izquierdismo” se trata, no hay nada más revolucionario y ultraizquierdista que la definición de principios del PSUV cuando se declara como partido: anticapitalista y antiimperialista, anticorrupción, socialista, marxista y bolivariano. Las bases de simpatizantes y militantes del PSUV tendrían que clarificar si están dispuestos a abandonar el carácter revolucionario de la organización política, y convertirse en un partido subordinado a modos de gestión política y de gobierno independientemente de la orientación política, ideológica y económica que tome. Es decir, si se arriesgan a engranar una maquinaria de poder como lo fue la trágica experiencia de la institucionalización de la revolución mexicana, dando paso al partido-oxímoron ([9]): Partido de la revolución institucional.
De manera que más que utilizar la fraseología sobre la ultra-izquierda, sería más conveniente identificar las debilidades internas de las organizaciones políticas, fuerzas sociales y movimientos del gran polo patriótico para la asunción de formas de organización política de carácter anticapitalista y antiimperialista.
Si no se hiciese, nos encontraríamos en el atolladero de un complejo de bipolaridad ideológica en la cual se habla mucho de socialismo pero las costumbres, las prácticas y las líneas de fuerza apuntan a estancar el proceso bolivariano revolucionario en una fase de consolidación de patrones de acumulación y regulación de carácter capitalista, dependiente y rentista, que no logra desarrollar fuerzas productivas con base al “saber y el trabajo liberador”, ni transforma las relaciones sociales a partir de una profunda modificación del campo político-institucional (Chávez señaló literalmente  que el proceso de transición pasa por “(…) pulverizar completamente la forma de Estado burguesa que heredamos, la que aún se reproduce a través de sus viejas y nefastas prácticas, y darle continuidad a la invención de nuevas formas de gestión política.”)
En consecuencia, la dirección político-militar de la revolución luego de la partida física de Chávez, está siendo interpelada en su disposición de comprometerse efectivamente con el legado revolucionario de Chávez o desligarse a partir de distintos tipos de maniobras de distorsión y  distracción del Proyecto Nacional Simón Bolívar.
Mientras desde ciertos grupos de decisión del gobierno de Maduro se apunta a identificar la traición en las aguas de la ultra (en este caso, de la ultra-izquierda), desde sectores revolucionarios se apunta a identificar la “traición” en las aguas del “reformismo” y la “restauración”.
Sin embargo, desde mi punto de vista, son más dañinos para la revolución no estos espantapájaros, sino las formas de ortodoxia ideológica de corte dogmático y las prácticas de sectarismo propias de la cultura política de la vieja izquierda, así como un vergonzoso “pragmatismo” y “realismo” que encubren todas las formas de oportunismo de derecha y las prácticas de gatopardo.
La ahora citada Rosa Luxemburgo no puede ser desdibujada históricamente cuando sus oponentes políticos de izquierda reformistas la calificaban de “ultraizquierdista”, hecho que le costó la vida:
“Al final de su vida verdaderamente odiaba a esos políticos de izquierda que tan solo sabían aprovechar las circunstancias medianamente liberales que se habían ganado luchando, para hacer lo mismo que todos los demás políticos: una política burguesa en lo oscurito.” (Jörn Schütrumpf (2011) “Rosa Luxemburgo o el precio de la libertad”. Ed. RLS Dietz Berlín)
De modo que sigue pendiente una clarificación de los sujetos que encarnan las posiciones de derecha interna en la revolución bolivariana, promesa que no ha sido hasta ahora desarrollada por quienes hablan de falsificación del Plan de la Patria.
Todavía queda pendiente un análisis en profundidad de las modificaciones en el Plan de la Nación que deben ser ponderadas y cotejadas, evaluando sus posibles consecuencias políticas y económicas. }
Incluso puede ser perfectamente compatible una apuesta a desvirtuar la tan necesaria crítica del proceso bolivariano, lanzando al ruedo “globos de ensayo” a modo de críticas desmesuradas que refuerzan un ambiente de no-debate y la sedimentación de la descalificación de las voces que cuestionan aspectos de la política del Gobierno de Maduro desde el terreno ideológico de la izquierda. Así se contribuye a fortalecer desde altas esferas del gobierno a determinados mecanismos de defensa (cerrar filas y disciplinas automáticas), forzando un falso terreno de conflicto que no contribuye en el avance de la unidad revolucionaria preconizada en vida por Chávez.
Si fuese este el peor escenario, los siguientes enunciados serían un simple saludo a la bandera:
“Los Revolucionarios están en el deber de participar en esta lucha interna cuyo principal campo de batalla es la ideología, la teoría, es allí que se decide el rumbo del proceso, allí es que se defiende el pensamiento de Chávez, su sueño.” ([10])
Vale la pena entonces, esforzarse por clarificar el “campo de batalla”, identificar con precisión no sólo a la “ideología de derecha” en términos genéricos, sino pasar a determinar a aquellos representantes teóricos, económicos, mediáticos y políticos que corresponden al concepto genérico de “derecha interna” (como lo hizo Marx, por ejemplo, en el 18 Brumario de Luis Bonaparte), pues si trata de defender el “pensamiento de Chávez” no puede haber medias tintas.
La definición del cuadro de política económica y social en las próximas semanas y meses ira despejando muchas de las dudas e inquietudes, develará hacia donde apunta la carga de costos y beneficios de las medidas a ser asumidas; si en ellas se fortalece la capacidad de acción y los intereses del factor trabajo, su composición y ciclo de luchas para así regular, controlar y transformar el cuadro de relaciones dominante de signo capitalista; o si los escenarios apuntan a una recomposición del cuadro de mando en alianza con los enemigos de Chávez: el Gran Capital Internacional y la burguesía criolla, bajo diversos ropajes políticos e ideológicos. Allí podría decirse quién es quién, lo que significa apuntar a clarificar las derechas y las izquierdas. ¿Fin del Gatopardo?