EL CAPITAL
la llamada acumulación originaria
1. EL SECRETO DE LA ACUMULACIÓN ORIGINARIA
Hemos visto cómo se convierte el dinero
en capital, cómo sale de éste la plusvalía y de la plusvalía más capital. Sin
embargo, la acumulación de capital presupone la plusvalía; la plusvalía, la
producción capitalista, y ésta, la existencia en manos de los productores de
mercancías de grandes masas de capital y fuerza de trabajo. Todo este proceso
parece moverse dentro de un círculo vicioso, del que sólo podemos salir dando
por supuesto una acumulación «originaria» anterior a la acumulación capitalista
(«previous accumulation», la denomina Adam Smith), una acumulación que no es
fruto del régimen capitalista de producción, sino punto de partida de él.
Esta acumulación originaria viene a
desempeñar en la Economía política más o menos el mismo papel que desempeña en
la teología el pecado original. Adán mordió la manzana y con ello el pecado se
extendió a toda la humanidad. Los orígenes de la primitiva acumulación
pretenden explicarse relatándolos como una anécdota del pasado. En tiempos muy
remotos —se nos dice—, había, de una parte, una élite trabajadora, inteligente
y sobre todo ahorrativa, y de la otra, un tropel de descamisados, haraganes,
que derrochaban cuanto tenían y aún más. Es cierto que la leyenda del pecado
original teológico nos dice cómo el hombre fue condenado a ganar el pan con el
sudor de su rostro; pero la historia del pecado original económico nos revela
por qué hay gente que no necesita
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Sudar para comer. No importa. Así se
explica que mientras los primeros acumulaban riqueza, los segundos acabaron por
no tener ya nada que vender más que su pelleja. De este pecado original arranca
la pobreza de la gran masa que todavía hoy, a pesar de lo mucho que trabaja, no
tiene nada que vender más que a sí misma y la riqueza de los pocos, riqueza que
no cesa de crecer, aunque ya haga muchísimo tiempo que sus propietarios han
dejado de trabajar. Estas niñerías insustanciales son las que al señor Thiers,
por ejemplo, sirven todavía, con el empaque y la seriedad de un hombre de
Estado a los franceses, en otro tiempo tan ingeniosos, en defensa de la propriété [propiedad].
Pero tan pronto como se plantea el problema de la propiedad, se convierte en un
deber sacrosanto abrazar el punto de vista de la cartilla infantil, como el
único que cuadra a todas las edades y a todos los grados de desarrollo. Sabido
es que en la historia real desempeñan un gran papel la conquista, el
esclavizamiento, el robo y el asesinato, la violencia, en una palabra. Pero en
la dulce Economía política ha reinado siempre el idilio. Las únicas fuentes de
riqueza han sido desde el primer momento el derecho y el «trabajo», exceptuando
siempre, naturalmente, «el año en curso». En la realidad, los métodos de la
acumulación originaria fueron cualquier cosa menos idílicos.
Ni el dinero ni la mercancía son de por
sí capital, como no lo son tampoco los medios de producción ni los artículos de
consumo. Hay que convertirlos en capital. Y para ello han de concurrir una serie
de circunstancias concretas, que pueden resumirse así: han de enfrentarse y
entrar en contacto dos clases muy diversas de poseedores de mercancías; de una
parte, los propietarios de dinero, medios de producción y artículos de consumo
deseosos de explotar la suma de valor de su propiedad mediante la compra de
fuerza ajena de trabajo; de otra parte, los obreros libres, vendedores de su
propia fuerza de trabajo y, por tanto, de su trabajo. Obreros libres en el
doble sentido de que no figuran directamente entre los medios de producción,
como los esclavos, los siervos, etc., ni cuentan tampoco con medios de
producción de su propiedad como el labrador que trabaja su propia tierra, etc.;
libres y desheredados. Con esta polarización del mercado de mercancías se dan
las condiciones fundamentales de la producción capitalista. Las relaciones
capitalistas presuponen el divorcio entre los obreros y la propiedad de las
condiciones de realización del trabajo. Cuando ya se mueve por sus propios
pies, la
producción capitalista no sólo mantiene este divorcio, sino que lo reproduce en
una escala cada vez mayor. Por tanto, el proceso que engendra el capitalismo
sólo puede ser uno: el proceso de disociación entre el obrero y la propiedad de
las condiciones de su trabajo, proceso que, de una
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parte, convierte en capital los medios
sociales de vida y de producción, mientras que, de otra parte, convierte a los
productores directos en obreros asalariados. La llamada acumulación originaria
no es, pues, más que el proceso histórico de disociación entre el productor y
los medios de producción. Se la llama «originaria» porque forma la prehistoria
del capital y del modo capitalista de producción.
La estructura económica de la sociedad
capitalista brotó de la estructura económica de la sociedad feudal. Al
disolverse ésta, salieron a la superficie los elementos necesarios para la
formación de aquélla.
El productor directo, el obrero, no pudo disponer de
su persona hasta que no dejó de vivir encadenado a la gleba y de ser siervo
dependiente de otra persona. Además, para poder convertirse en vendedor libre
de fuerza de trabajo, que acude con su mercancía adondequiera que encuentre
mercado, hubo de sacudir también el yugo de los gremios, sustraerse a las
ordenanzas sobre aprendices y oficiales y a todos los estatutos que embarazaban
el trabajo. Por eso, en uno de sus aspectos, el movimiento histórico que
convierte a los productores en obreros asalariados representa la liberación de
la servidumbre y la coacción gremial, y este aspecto es el único que existe
para nuestros historiadores burgueses. Pero, si enfocamos el otro aspecto,
vemos que estos trabajadores recién emancipados sólo pueden convertirse en
vendedores de sí mismos, una vez que se vean despojados de todos sus medios de
producción y de todas las garantías de vida que las viejas instituciones
feudales les aseguraban. Y esta expropiación queda inscrita en los anales de la
historia con trazos indelebles de sangre y fuego.
A su vez, los capitalistas
industriales, estos potentados de hoy, tuvieron que desalojar, para llegar a
este puesto, no sólo a los maestros de los gremios artesanos, sino también a
los señores feudales, en cuyas manos se concentraban las fuentes de la riqueza.
Desde este punto de vista, su ascensión es el fruto de una lucha victoriosa
contra el poder feudal y sus indignantes privilegios, contra los gremios y las
trabas que estos ponían al libre desarrollo de la producción y a la libre
explotación del hombre por el hombre. Pero los caballeros de la industria sólo
consiguieron desplazar por completo a los caballeros de la espada explotando
sucesos en que no tenían la menor parte de culpa. Subieron y triunfaron por
procedimientos no menos viles que los que en su tiempo empleó el liberto romano
para convertirse en señor de su patrono.
El proceso de donde salieron el obrero
asalariado y el capitalista, tuvo como punto de partida la esclavización del
obrero. Este
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desarrollo consistía en el cambio de la
forma de esclavización: la explotación feudal se convirtió en explotación
capitalista. Para comprender la marcha de este proceso, no hace falta
remontarse muy atrás. Aunque los primeros indicios de producción capitalista se
presentan ya, esporádicamente, en algunas ciudades del Mediterráneo durante los
siglos XIV y XV, la era capitalista sólo data, en realidad, del siglo XVI. Allí
donde surge el capitalismo hace ya mucho tiempo que se ha abolido la
servidumbre y que el punto de esplendor de la Edad Media, la existencia de
ciudades soberanas, ha declinado y palidecido.
En la historia de la acumulación
originaria hacen época todas las transformaciones que sirven de punto de apoyo
a la naciente clase capitalista, y sobre todo los momentos en que grandes masas
de hombres son despojadas repentina y violentamente de sus medios de
subsistencia y lanzadas al mercado de trabajo como proletarios libres y
desheredados. Sirve de base a todo este proceso la expropiación que priva de su tierra
al productor rural, al campesino. Su historia presenta una modalidad diversa en
cada país, y en cada uno de ellos recorre las diferentes fases en distinta
gradación y en épocas históricas diversas. Reviste su forma clásica sólo en
Inglaterra, país que aquí tomamos, por tanto, como modelo[*].
DEBEMOS INVESTIGAR QUERIDOS AMIGOS QUE ES
LA REPRODUCCION AMPLIADA, ENTONCES TENDREMOS TODOS LOS ARGUMENTOS PARA HABLAR
SOBRE LOS LA PROPIEDAD PRIVADA.
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